Las historias pueden apresarnos, incluso si son propias. Especialmente si son propias.
El poder de escribir tus propias historias es el poder de definir tu vida.

jueves, 28 de mayo de 2015

Prepotencia del cambio

Querer cambiar el mundo es un acto soberbio del hombre, y que en realidad perjudica al mundo, por eso el comunismo perjudica al mundo, el peronismo y el troksismo, todos los que tratan de cambiarlo lo perjudican.
AL MUNDO HAY QUE DEJARLO QUE FUNCIONE, como funciona todo el resto de los mamiferos, que diferencia hay?
Hay una diferencia, este mandril que somos, es un mandril que rompio con la cadena alimenticia, no se lo come nadie, y ademas, se come a si mismo y ejerce violencia intraespecifica, es la unica especie que mata a la propia especie por: amor, odio, plata, porque me molesto las pelotas, por negro, por lo que sea, es la unica especie.
Hay algunos insectos, hay un pajaro, y una araña que tienen violencia intraespecifica, pero ningun mamifero la tiene; los ciervos se cornean y cuando ya esta ya esta.
Somos una especie desgraciada, sin un futuro, por eso hacer algo bueno por el hombre es ayudar a destruirlo en realidad

jueves, 21 de mayo de 2015

Para nosotros!

 Para nosotros, que no tenemos un pedo de ganas de que nos lo cuente Joyce con sus 260.000 detalles, para nosotros, que se nos ha roto la silla donde estábamos sentados frente a la puerta de la eternidad, esperando jugarnos el tiempo y lo perdimos, ya no nos queda tiempo para apostar en entretenimientos literarios, no queremos que nos distraigan mientras miramos y estudiamos este siglo de aburrimiento que han empezado a proyectar en las pantallas de todo el mundo, no nos distraigan con chorradas y pajerías literarias




(Fragmento de Symns sobre la escritura de Bukowski)

Deconstruir un imposible que solo siendo imposible cobra sentido y que, por ello, cuando es posible, nunca cierra

En nuestra cultura occidental cristiana, el amor siempre estuvo ligado con otros conceptos que lo condicionaron y le impidieron otras perspectivas:la sexualidad, el matrimonio, la monogamia y la reproducción.
Este enjambre conceptual está en las bases de nuestra concepción sobre el amor.
Pero ¿podemos desarmarlo un poco y pensar el amor de otra manera?

¿Hay alguna relación íntima, esencial, entre el placer sexual y el amor?
 ¿O se puede pensar el placer sexualcirculando por fuera de todo proyecto, por fuera de todo tipo de institución, por fuera de toda metafísica del amor?

 Cuando Foucault se pelea con la teoría de la represión, nos muestra que al sexo no se lo reprime,sino que está bien presente por todos lados. Se habla de sexo, se lo explica, se lo vende. Hasta se volvió más un tema de la medicina y así se lo fue sistematizando y clasificando. Así, el sexo se volvió materia del saber,
se lo entendió, pero, en ese acto, se lo perdió.
 De nuevo, el placer sexual no necesita de ningún tipo de metafísica para desplegarse.
Pero qué bueno sería repensar nuestros vínculos, disociando entre el placer y el amor.

 ¿Qué es la monogamia?
¿Es el amor un vínculo solo de a dos y que implica exclusividad? ¿Se podría sostener nuestro orden social por fuera de la monogamia?
Pensar la monogamia es intentar resquebrajar la idea de amor como posesión.
 Es que, en la medida en que se piensa al otro como propiedad, el vínculo se mercantiliza.
Entre propiedades, hay un intercambio dominado por la lógica de la ganancia, que es lo contrario al amor por el otro.

Si el amor es retirada, entonces, no hay posesión. La monogamia no se sostiene.
Hay algo en el vínculo monogámico que no cierra. Parece difícil justificar la monogamia, salvo que sea por motivos productivos, pero tampoco parece fácil pensar nuestros vínculos en otro tipo de institución.

¿Cómo sería en la práctica un vínculo no monogámico?
De hecho, la poligamia reproduce muchas de las limitaciones que la monogamia posee.

Tal vez, se trate de otra cosa. Pensar al amor por fuera de todo régimen normativo y dejarlo circular. Crear acontecimientos, encuentros, situaciones.
Tal vez, el problema sea la institucionalización de todo amor, cuya concreción legal es el matrimonio, casi como si hubiera un pasaje natural del vínculo amoroso a esta figura del derecho con deberes y obligaciones que, supuestamente, expresa el espíritu del amor, pero que, traducido al lenguaje de la ley, lo lleva al plano de lo contractual.
 El matrimonio es un dispositivo productivo que ordena y normaliza la vida social, disciplina y reproduce el sistema; casi que podría funcionar más allá del amor, casi que funciona mejor como dispositivo productivo cuando no hay amor.

También se asoció al amor con la reproducción de la especie. Así, el amor tendría un objetivo productivo, sería un medio para otra cosa, casi como si quisiéramos demostrar que el amor existe con el único propósito de perpetuar la humanidad.

No nos queremos asumir animales que se reproducen y, por eso, buscamos un sentido más profundo. Y, sin embargo, está claro que la reproducción de la especie no necesita de ninguna metafísica del amor. Basta con el mero encuentro sexual. Y ni siquiera...

Con el avance de la ciencia y la tecnología, cada vez habrá una menor conexión esencial entre lo natural y la reproducción. ¿No nos imaginamos cada vez más la reproducción humana desde la pura acción de la tecnología?
Y, además, ¿por qué tener sobre este supuesto solo una proyección apocalíptica?
¿Por qué no pensar también cuánto se liberaría el amor si ya no lo pensamos vinculado a la reproducción?
Pero, entonces, ¿qué queda del amor? Si el amor no se relaciona con la sexualidad, ni con la monogamia, ni con el matrimonio, ni con la reproducción,
¿qué queda del amor? ¿Queda algo?
Deconstruir el amor, pensarlo en sus múltiples perspectivas, desapegarlo de sus implicancias productivas, recuperar su espíritu originario, que, como toda búsqueda del origen, nos arroja en lo desfondado.
El amor, un imposible que solo siendo imposible cobra sentido y que, por ello, cuando es posible, nunca cierra.
Pero ¿no es todo acto de amor un acto de apertura? Entre lo posible y lo imposible, el amor es esa conciencia partida que se pierde en el encuentro con el otro, un otro que me saca de mí mismo y me antecede.
Retirarme para que el otro sea, sin estrategias, sin acuerdos, sin utilidad.
 Ya ha ido demasiado la humanidad por el camino de la expansión de lo propio y de la ganancia como único fin.
¿Y si probamos otra cosa? Ir en contra de uno mismo y amar, aunque se pierda, por fuera de toda lógica, porque sí.
 ¿Por qué no?

martes, 19 de mayo de 2015

En este pais rige la normalidad

Hay tres niveles de mentira. Estás en pareja, vas a la calle, ves una mina, giras el hombro y te la coges: contar eso es criminal. O sea que la mentira es buena. Pero resulta que te da el teléfono y la llamás, pero le decís a tu mujer que vas al cine: dos mentiras dan un engaño. Después, la seguís viendo durante años: dos engaños dan traición

miércoles, 13 de mayo de 2015

Hoy quiero explotar y llevarme tu vida conmigo.

Hoy quiero estallar y llevarte mi vida conmigo

martes, 12 de mayo de 2015

Donde queda el otro? parte 1

Como para romperse la cabeza de entrada.

¿Qué es el amor? ¿Para qué sirve? ¿Adónde me lleva? ¿El amor me llena o me vacía?
 ¿Quién puede pensar que el amor no llena?
El amor me llena porque es algo que busco, encuentro, consigo e incorporo, algo de lo que me apropio.
El amor, una propiedad.El amor, ¿una propiedad?
El amado, ¿un objeto?
 Es que, si el amor me llena, me completa, me expande, me engorda...entonces, cuando amo, el otro solo es un objeto para mí. El otro se convierte justo en el alimento necesario para mi crecimiento.
Pero, entonces...¿Dónde queda el otro? O peor: ¿queda un otro?
Es que, si el amor tiene que ver conmigo, ¿importa quién es el otro? ¿O importa que ese otro encaje justo en lo que yo necesito que el otro sea?
Y, si así fuera,¿no se transforma el amor, entonces, en una relación conmigo mismo?
Pero ¿eso es el amor? Si no hay un otro, ¿existe?

¿No puede ser el amor solo la ficción que nos inventamos para no asumirnos definitivamente animales?
¿No puede ser solo una distracción, una anestesia para olvidar que, pase lo que pase, igual nos vamos a morir?

Muchas, demasiadas preguntas y, sin embargo, un único dilema.

O el amor tiene que ver conmigo o el amor tiene que ver con el otro.


¿Cuál es el campo del amor?¿Por qué lo relacionamos con el matrimonio, el sexo,la monogamia, la reproducción?

¿Por qué lo relacionamos con todo? ¿Pensar el amor ayuda?
¿Qué tiene para decir la filosofía sobre el amor?
¿No es la filosofía amor a la sabiduría?
¿No es la filosofía, entonces, un acto de amor?
¿Y no padecen ambos la misma fatalidad?
Estar buscando infructuosamente algo que siempre se nos escapa. O peor:saber que, aunque no haya nada, no podemos dejar de buscar.

En la versión cotidiana que fue llegando hasta nosotros, el amor siempre está ligado a algo positivo.

Digamos que hay una visión optimista del amor que puede resumirse así: el amor trae la felicidad.
Claro, después están los hechos.Incluso, en cualquier reflexión que hagamos sobre el amor, se nos van abriendo otras perspectivas que lo sacan de este optimismo ingenuo.
Sin embargo, hay un amor idealizado que se nos presenta como un punto de llegada que parece teñir de felicidad toda la existencia.

Pero ¿realmente son el amor y la felicidad puntos de llegada definitivos?

¿El amor nos hace felices?
El amor tiene, en su origen, el dolor. El nacimiento de Afrodita.
De hecho, uno de los mitos más importantes sobre el amor en el mundo griego plantea otra realidad. Resulta que Urano, el dios del cielo,y Gea, la diosa de la tierra,estaban allí, en el universo –imagínense– solos.¿Qué pueden hacer el dios del cielo y la diosa de la tierra si están solos en el universo? Tener hijos.
Y así van poblando de cosas y de dioses el universo.
Se la pasaba tanto, todo el tiempo, Urano con Gea, embarazándola, que Gea, en un momento, se harta de la situación y le pide a uno de sus hijos, Cronos, que haga algo.
Cronos va y corta por lo sano. Va un día con una serpiente de hierro y, cuando Urano estaba haciendo esas cosas con Gea, le corta con esa serpiente de hierro los testículos, que van cayendo envueltos de semen y sangre al mar.Se empieza a ver una serie de movimientos, como un maremoto, y, de repente, todo se calma. De esa calma, de esa paz, va surgiendo, del medio del agua,una de las diosas más bellas, más bonitas, más finas, que es Afrodita.

El amor tiene, en su origen, el dolor.


Epicuro afirmaba que la felicidad se alcanza en la medida en que nada nos perturbe. Ser feliz es alcanzar un estado de imperturbabilidad absoluta.

Claro que lo que más nos perturba es todo aquello que nos genera dependencia.
¿No se vuelve, así, el amor una fuente de perturbación permanente?

Cuando amamos, queremos que este estado dure para siempre... pero el problema es que nada es infinito. Y, así, se genera una tensión de la que no salimos indemnes.

El amor duele porque lo concebimos pleno y, sin embargo, nunca cierra. 
Los griegos no definían al amor de una única manera. Una de ellas era a través del dios Eros. Eros es esa sensación que atraviesa nuestros cuerpos cuando descubrimos a la persona que estábamos buscando.
En términos cotidianos, eros es lo más parecido a nuestro estado de enamoramiento apasionado. Eros es ese estado que modifica nuestra percepción sobre todas las cosas.
Todo se nos vuelve más dulce, más bueno, más interesante, más profundo. Eros es estar flechado. Y no es solo una metáfora, sino que el dios Eros, en la mitología romana, era el dios cupido, el dios niño que se manejaba con su arco y su flecha.

Pero ¿se puede estar así eternamente? ¿Es esta forma del amor algo que puede perdurar?


Si Afrodita era la diosa que regía las relaciones sexuales, Eros era un dios con un poco más de alcance, ya que, como luego se deriva de su nombre, dota de erotismo cualquier actividad humana.

Sócrates dice en "El Banquete", de Platón, que amamos lo que nos falta y que, cuando lo encontramos, lo queremos para siempre

Pero, una vez que alcanzamos el amor, ¿dejamos de desear?


 El amor surge de una carencia originaria. Lo humano se define a partir de la falta. Y el amor es el intento permanente de completarnos. Por eso, con el enamoramiento, la sensación es de una sublime plenitud.Alcanzar ese estado de plenitud a través del otro es completarse a uno mismo; y, cuando nos enamoramos apasionadamente, nos sentimos plenos.


 Pero ¿es esto posible? Una vez que alcanzamos la plenitud, ¿qué sucede el día después?


Conocemos a alguien, nos enamoramos y, luego, casi sin darnos cuenta, ese estado comienza a "mesetarse", se vuelve rutina, se aburguesa, y comenzamos a sentirnos embargados por el tedio.

Es que la gran tragedia de Eros es que se trata de un amor que, cuando alcanza un punto de expansión máximo, luego, siempre se derrumba. Se trata de un amor que, cuando consigue su objetivo, no se sosiega. Se trata de un deseo que nunca puede colmarse.
El problema, entonces, tiene que ver con el lugar del otro. El amor de Eros es un amor sin otro.
¿Por qué sin otro? Porque Eros ama en función de un faltante, de lo que a mí me falta. Esta prioridad del "me" hace que la falta esté pensada desde uno mismo. Se define la búsqueda en virtud del modelo de amor ideal que yo me hago a partir de mis propias necesidades. Busco a alguien no por lo que esta persona me pueda dar, sino a partir de lo que yo pretendo que el otro sea.
No me abro al otro, sino que pretendo que el otro encaje en lo que yo necesito, casi como si el otro debiera tener justo la forma que tiene ese vacío de mi carencia. Pero, lamentablemente, el otro nunca es lo que uno pretende, nunca encaja.
Con lo cual se producen dos consecuencias: o el otro deja de ser el otro para encajar en mi modelo o el otro no encaja y no hay vínculo posible.

Pero se puede pensar el amor de otro modo. Simone Weil afirma que el ser humano, por naturaleza, busca permanentemente expandirse, desplegar su ser, ejercer su poder. Lo humano se impone, se instala, acapara, va por todo

Pero ¿podemos ir en contra de nuestra naturaleza?
¿Podemos ir en contra de nosotros mismos? Simone Weil nos da una pista. ¿Y si el amor es una renuncia? ¿Y si el amor es una retirada?
Eso que los cristianos primitivos llamaban "amor como ágape".
Se trata de otra manera de definir al amor, un amor que no cosifica.Un amor desde la desapropiación y el desapego, un amor con el que no se gana, sino que se pierde, se da, se entrega.
Pero ¿puede funcionar así en una pareja? Dice Adorno, en "Minima Moralia": "Solo serás amado el día que puedas mostrarte débil sin que el otro lo aproveche para mostrar su fuerza".
El otro muestra su debilidad y, sin embargo, yo no invado, no lo aprovecho. Me resisto a ejercer al máximo mi poder, me retiro para que el otro sea. Hay una prioridad del otro, pero, sobre todo, hay una pérdida del yo. El otro no es una posesión, sino que se desposee a la pareja.
Es casi un amor que va en contra de nuestra naturaleza y, por eso, tiene algo de excepcional, de extraordinario, de locura. Un amor por fuera de la lógica del intercambio y del contrato. Es que, si hay amor, no hay contrato. Si hay contrato, hay acuerdos,estrategias, ganancias, pero nunca amor. El amor excede toda lógica porque el amor es exceso.