Las historias pueden apresarnos, incluso si son propias. Especialmente si son propias.
El poder de escribir tus propias historias es el poder de definir tu vida.

jueves, 29 de septiembre de 2016

LA ELEGANCIA DEL SER - SOS ELEGANTE?


Cuando el guerrero llega al borde del abismo de la muerte, salta en él en posición de combate.
 El bailarín se arroja con paso de baile. 
El místico, en postura meditativa. El tonto tropieza y cae. 
Es curioso loque hace el elegante: antes de caer, se da vuelta y saluda. Ninguna moral -es decir, un arbitrario código de costumbres determinado por las epocales conveniencias de quienes detentan el poder- justifica valorativamente la existencia humana. Ni siquiera la ética -en cualquier caso, una visión superior a la moral, ya que nace de una elección y de un esfuerzo voluntario por solidarizarse con los sufrimientos de los prójimos- puede ser mencionada como una cualidad del ser, ya que tal ética nunca es espontánea. Tampoco la belleza puede ser sustento ontológico porque, como decía Rilke, sólo es el cobertor que tapa el horror de la existencia. Sólo el estilo innato de las presencias puede ser considerado una manifestación propia del ser antes de que resulte condicionado por la experiencia social.
 A este sello precultural del ser lo denominamos elegancia.
¿Sos elegante?
Es difícil reconocer las manifestaciones de la elegancia del ser, ya que existen versiones apócrifas que la suelen imitar: el psicópata seductor que obsequia amabilidad para rapiñar afecto, pasión o futuro; los astutos modales del comerciante que acaricia tu dignidad para vaciar tu alacena; la elocuencia del hábil hablador que hipnotiza con su discurso para imponer sus designios .En todo caso, en la vida cotidiana resulta más fácil definir laelegancia por defecto:

a)
No son elegantes las conversaciones que excluyan a terceros.
Tanto las anécdotas como las teorías que se mencionan en una charla deben ser comprensibles para todos los participantes. Si una presencia obliga a bajar el nivel de la charla o cambiar de tema, es necesario preguntarse el motivo por el cual tal presencia está allí, y qué responsabilidad nos cabe. Los elegantes mantienen un estado de copresencia mental que incluye de una u otra manera a todos los participantes del evento. Sentí la comodidad o incomodidad d elos asistentes: sin sensibilización no hay elegancia.

b)El que habla rara vez es elegante.
Tampoco lo es el que oye, sino el que escucha. El que oye espera el final de tu frase para ensartar la suya. El que escucha, en cambio, intenta enriquecer la riqueza de tu relato si de eso se trata, o de encontrar puertas de salida a los conflictos que tus palabras enuncian, si tal caso fuera.



c)
De los que hablan, es elegante el que habla de lo que a vos teinteresa y no de sí mismo y sus creencias.

Y más lo es aún el que no se refiere ni a vos ni a él sino al extraño mundo que nos rodea.

d)Excepto en el caso explícito de solicitar un SOS, no es eleganteexpresar el sufrimiento.
El padecer, como toda peste, es contagioso y su vía de inoculación son los gestos y las palabras. Pero mucho menos elegante resulta desatender las señales de sufrimiento que emiten quienes nos rodean. Si soy tu amigo no te enterás de mi sufrir pero, si soy tu amigo, me entero siempre del tuyo. 

En el famoso panteón de la mitología egipcia, habitado por cuarenta y dos dioses, Neith era la diosa menos conocida. Ella jamás participaba de los debates en los que los dioses discutían durante milenios la destrucción absoluta de todos los cosmos o la creación de otros nuevos. Ni siquiera escuchaba las polémicas de las que después surgirían las eternas guerras que se desarrollaban en cada átomo y en cada pulga. Mientras todo esto sucedía, Neith diseñaba unos arcoiris sobre los gestos de fiereza, dibujaba sonrisas sobre las amargas expresiones: era la diosa de la armonía, la decoradora del gran teatro donde un eterno libreto es estudiado por las especies vivas desde hace millones de años. Este es un mundo habitado por pasajeros de distintas pesadillas, por mestizos cruzados entre dioses y monos, por los autómatas fabricados en las distintas industrias de la cultura, frankensteins y marysteins construidos con palabras muertas, locos peligrosos armados de sabiduría, insensatas existencias que entregan el brillode su ser a cambio de una propina mensual . Un mundo donde, además, hay duendes y brujas y piratas; un mundo que ya no puede huir a esa edad de oro que jamás se atrevió a vivir. En tal mundo, la elegancia es el camino que hace el beso antes de llegar a tu boca. Ese conmovedor vuelo que hacen dos almas que jamás podrán encontrarse porque al intentarlo se han despedido para siempre. La elegancia también necesita de esa navaja afilada que sos vos, dispuesto a cortar la cartulina congelada de esa mirada muerta que te persigue. Pero siempre se escucha. Es una melodía. No es el viento sobre los árboles. El árbol es el violín y el viento su ejecutor. No son pasos subiendo la escalera. Es un tambor. No son palabras, es el canto de una flauta. 
Es una gran banda tocando a toda hora, en todo lugar. Y sólo el silencio del cosmos nos escucha

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Al igual que cuando se aproximan dos objetos físicos desprenden fuerzas electromagnéticas que no sólo afectan la estructura molecular de cada uno de ellos

El lenguaje no es equivalente a la verdad; es nuestro modo de existir en el mundo. Jugar con las palabras es examinar la forma en que funciona la mente, el reflejo de una partícula del mundo tal como la percibe la mente. Del mismo modo, el mundo no es simplemente la suma de cosas que existen en él, la red infinitamente compleja en que estas cosas se conectan entre sí. Como en los significados de las palabras, los objetos cobran significado sólo en su relación con otros objetos. “Dos caras son parecidas -escribe Pascal-, y. aunque ninguna de las dos sea graciosa por sí misma, su similitud nos hace reír.” Las caras riman a los ojos, así como las palabras riman al oído. Para llevar estas conclusiones un poco más lejos, es posible creer  que los hechos de la vida también rimen. Un joven alquila una habitación en París y luego descubre que su padre había estado escondido en aquella habitación durante la guerra. Si estos dos hechos tuvieran que considerarse por separado, habría poco que decir con respecto a cualquiera de ellos; pero la rima que crean al ser relacionados modifica la realidad de ambos. Al igual que cuando se aproximan dos objetos físicos desprenden fuerzas electromagnéticas que no sólo afectan la estructura molecular de cada uno de ellos, sino también el espacio que los separa, alterando de ese modo el mismo ambiente, dos (o más) hechos que rimen establecen una conexión en el mundo y añaden una sinapsis más a recorrer en el extenso “plenum” de la experiencia.   
Estas conexiones son muy comunes en los trabajos literarios  pero uno tiende a no verlas en el mundo, pues el mundo es demasiado grande y la vida de uno demasiado pequeña. Es sólo en esos raros momentos en que uno cree vislumbrar una rima en la vida, cuando la mente puede saltar fuera de sí misma y servir como puente para cosas que están más allá del tiempo y del espacio, más allá de la vista y de la memoria. Pero en todo esto hay algo más que rima. La gramática de la existencia incluye todas las figuras del lenguaje mismo: comparación, metáfora, metonimia, sinécdoque; de modo que cada cosa que encontramos en el mundo es, en realidad, muchas cosas que a su vez dan lugar a otras muchas más, dependiendo de qué tengan cerca, en qué estén contenidas o de dónde surjan. A menudo falta el segundo término de comparación, porque ha sido olvidado, está enterrado en el inconsciente o por alguna razón resulta imposible de localizar. “El pasado se oculta -escribe Proust en un párrafo importante de su novela-, fuera de [los] dominios y [del] alcance [de nuestra inteligencia], en un objeto material (en la sensación que ese objeto material nos daría) que no sospechamos. Y del azar depende que nos encontremos con ese objeto antes de que nos llegue la muerte, o que no lo encontremos nunca.” Todo el mundo ha experimentado de una forma u otra las extrañas sensaciones del olvido, la misteriosa fuerza de un término perdido.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Qué es el cariño?


Yo le tenía miedo al cariño. A mí no me tocó nadie de chico. Yo tenía 14 o 15 años y una vez alguien me acarició en el brazo y salté, como asustado. Hay dos clases de niños: los que nacen en jardín, como Charly García, Spinetta, gente que no conoció el sufrimiento de la calle y por lo tanto vive aislada. Y después están los que les tocó todo eso.